martes, 17 de julio de 2007

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Nota con Ricardo Pino, payador neuquino

NOTA CON RICARDO PINO
Payador neuquino

Diego Vázquez Comisarenco: ¿qué expectativas tenés de éste segundo encuentro y cómo fue que te sumaste al proyecto de Wilson?

Ricardo Pino: en primer lugar, como payador neuquino es como que uno levanta la bandera de un lugar por el hecho geográfico. El canto del payador en la Patagonia. Siempre estamos intentando abrir caminos pero esta propuesta de Juglares del Mundo nos parece muy interesante. Por muchas razones: la primera es que con Wilson somos amigos y yo le he ofrecido un corazón de hermano y él también. Eso dice mucho más que ser un payador a veces, pero en la propuesta de Juglares del Mundo creo que Wilson se está jugando una carta que va mucho más allá de lo que pareciera ser Juglares. Cuando uno dice Juglares, suena una cosa así como mitológico, pero cuando la ves como una profesión actual del canto, de improvisación y de interrelación de este tipo que se está dando, es muy importante. No siempre el payador ha citado por el hecho de convocar a un espectáculo o al periodismo, o a la televisión, a la gente que escribe, a la gente que difunde. Con esto se está logrando y esto es muy interesante para el futuro del canto, el presente del canto y para el que duda a veces un poco del género para que se arrimen, para que se den cuenta de que es una convivencia maravillosa porque adentro tiene todo el sentido humano que tiene abajo del escenario. Cuando subimos decimos lo que queremos como poetas, en versos. Abajo del escenario como las personas. Este Juglares del Mundo junta gente que tiene ganas de seguir siendo la persona, la persona agregándole la música. Me parece que hay que hacer fuerza de diferentes formas para que ésta propuesta no se caiga y siga teniendo muchas raíces y dé frutos un día. Así como pasó con Juglares 2005 en España, que se editó un libro y un disco compacto doble, que se puede editar este año nuevamente y en Argentina se haga una edición, que las editoriales le den bolilla… somos cantores que venimos de rutas de tierra y que por ahí queremos sacudir el zapato y pisar el asfalto.

Diego Vázquez Comisarenco: Contános de esa ruta de tierra…

Ricardo Pino: esas rutas de tierra son un aprendizaje cotidiano, el choque frontal con la realidad, la distancia, la imposibilidad de llegar a los medios, ese camino de tierra, del aprender la copla en silencio, de hacerte cien kilómetros para ir a buscar un libro a la librería de la capital de la provincia, vivir en el campo, tomarse el trabajo de hacer ciento cincuenta kilómetros para ir a hablar con un paisano para que te cuente bien las cosas de la tierra, escribir una milonga que tenga sabor a territorio, sabor a paisaje y no escribir por encima la copla plastificada… esas son rutas de tierra, con todo lo que cuesta organizarse y llegar. Toda esa ruta de tierra es lo que arriba del escenario se transforma en lo que la gente quiere escuchar.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cuándo elegiste ser payador?

Ricardo Pino: yo creo que todavía lo estoy eligiendo y cada día me gusta más. Descubrí a los doce años, comenzando a improvisar cuartetas y sextillas sin saber que eran cuartetas y sextillas. Empecé a hacer el octosílabo romanceado a los dieciséis sin saber que era romance. Ya me llamaba mucho la atención eso de improvisar. No sabía lo del género payadoril hasta que en el año 1982, que sale “Payadores de estos tiempos”, que graban Ayrala y Curbelo, con Miguel Franco, y hacen una tirada nacional con el sello Odeón en aquel tiempo, llega a todos los medios la improvisación. En ese tiempo, mi hermano que estaba cumpliendo con el servicio militar, llega de licencia y me trae un cassette. La primera vez que veía un grabador en mi vida porque nosotros vivíamos muy en el campo, en la cordillera y no teníamos más que la radio. Escuchábamos Radio Mitre, escuchábamos radios de Montevideo, radios del mundo, emisoras pampeanas, escuchábamos otras. No siempre podíamos sintonizar payadas. Entonces mi hermano pone las payadas y entra ese choque frontal de las ideas, me entra a gustar, entonces puse el grabador y ponía la guitarra yo, cantaba yo y Curbelo cantaba, después apagaba y me contestaba, cantaba Ayrala y contestaba yo, y así empecé a practicar. Escribo lo que ellos escribían como décimas y me di cuenta de que había una estructura ahí a pesar de que antes yo leía Martín Castro, leía Evaristo Barrios, leía Luis Acosta García porque mi padre era muy seguidor de los versos criollos y cantaba milongas pero nunca me había llamado la atención la forma gramatical, hasta que descubrí en esas payadas, que era maravilloso. Eso fue en el ochenta y seis, este año cumplo veinte años improvisando.

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Nota con Gabriel Luceno, payador uruguayo

NOTA CON GABRIEL LUCENO
Payador uruguayo


Diego Vázquez Comisarenco: contame tus expectativas de este encuentro…

Gabriel Luceno: estamos viviendo una noche muy especial como las noches que hemos vivido con colegas de otras partes del mundo y dedicamos este camino porque a través del arte podemos derribar fronteras geográficas y eso es muy valioso. Sumarme sin duda alguna a ese sueño que se ha hecho realidad de Wilson y que ha echado raíces aquí en el pueblo. Las fiestas son tales cuando el pueblo las toma como parte propia así que realmente eso es algo muy valioso, sumado al enriquecimiento que ganamos nosotros al estar con trovadores de España, con chilenos, con colombianos… Nosotros hace poco estuvimos con Wilson por Perú y volvimos con el alma llena de acordes…

Diego Vázquez Comisarenco: ¿uruguayo de qué ciudad?

Gabriel Luceno: de Cerro Largo, que queda a cuatrocientos kilómetros al noreste de Montevideo.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cómo nació en vos el canto improvisado?

Gabriel Luceno: desde muy pequeño porque vengo de una familia que si bien no se dedicó al canto, amo muchísimo y lo hizo de la puerta para adentro con mucho amor. A mi padre le gustaba muchísimo el canto del payador y a los cuatro, cinco años nos puso las botas y la bombacha, y a salir a recorrer escenarios que hace veinte años atrás eran muchos en el Uruguay. Ahí conocí a los veteranos payadores y ahí despertó el payador. A los doce años comencé a hacer mis primeras coplas y a partir de ese momento ando en esto.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿a qué le gusta cantarle?

Gabriel Luceno: a la vida. La vida está llena de muchas cosas que al hombre lo motivan. Tanto el dolor como la alegría, el sentimiento hacia un amigo, hacia un ser querido. Contemplando la naturaleza, todo eso forma parte de la inspiración del payador en este caso. Yo diría de todo artista.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿qué espacio tiene hoy el payador en los medios de comunicación?

Gabriel Luceno: bueno, es una constante lucha. Nosotros, allá en el Uruguay, siempre estamos tratando de encontrarnos espacios. Lo que lamentamos es que hay pocas audiciones radiales. Hace veinte años atrás era común que varias radios se abocaron a lo tradicional entonces la tarea comercial la realizaban con lo que tenían sus programas. Ahora la dificultad ha querido que muchos programas dejaran de estar en el aire y eso nos preocupa mucho porque realmente la misión del cantor es estar con la gente y los medios son muy valiosos para ella, tanto para la radio como la televisión. Donde nos hacen un huequito, aquellos que nos dan un espacio, siempre estamos ahí porque son fogones que siempre tienen que seguir ardiendo.

Diego Vázquez Comisarenco: y el espacio del canto criollo en el pueblo uruguayo, ¿cómo es?

Gabriel Luceno: esto está vivo en la gente. Este año hizo diez años que se obtuvo por el parlamento y se decretó el 25 de agosto como el día del payador en el Uruguay, debido al nacimiento de Bartolomé Hidalgo. Desde allí hasta ahora se hacen muchos encuentros de payadores a nivel nacional y eso hace que en los medios se le de mucha difusión por los medios en ese día. Está vivo en la gente porque concurren a los teatros cuando se la convoca siempre están. Los jóvenes, la generación nuestra tenemos un compromiso que nos dejaron los nuestros, los viejos, de seguir avivando este fogón para que no se apague.

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Nota con Balvina Ramos, bagualera y coplera salteña

NOTA CON BALVINA RAMOS
Bagualera y coplera salteña

Minutos después de bajar del escenario, Balvina descansa y empieza la charla con mucha naturalidad, mientras afloja los tientos de su caja…

Balvina Ramos: yo siempre digo que la tecnología es buena siempre y cuando uno la pueda usar y la tecnología no nos use a nosotros. A través de Internet, nos contactamos con Wilson y me enteré de este encuentro y me comentó como era, de donde venía la gente y como se reunían aquí. A mi me gustó mucho la propuesta y el proyecto muy lindo. Yo veo que hay gente no solamente en la Argentina, porque nosotros estamos acostumbrados a hacer encuentros locales de aquí, de la Argentina de todas las provincias. Este encuentro para mí es un poco atípico porque el encuentro es internacional, pero de canto autóctono. Veo que por ejemplo los españoles están cantando flamenco. Es un canto que está pasando lo mismo que aquí en la Argentina con nuestro canto: un canto ancestral que se debe mantener porque es la raíz de nuestra música y yo siempre digo también que un árbol sin raíces se seca. Se pierde y no puede brotar nada más de ese árbol. Me parece bárbaro que se haga este encuentro. Sobre todo con este tipo de músicas autóctonas de diferentes países. Estoy muy emocionada de escuchar a David cantando su flamenco.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cómo definirías el canto con caja?

Balvina Ramos: el canto con caja nosotros lo hacemos en el noroeste argentino. Es un sentimiento del hombre del campo que no tiene otro tipo de diversión, no hay televisión, no hay cine, no hay cumbia… por suerte. Estoy hablando del campo en medio de los cerros, como por ejemplo Iruya, Nazareno, Bacoya, que es parte de nuestra Argentina también. Son pueblitos que pertenecen a Salta. Entonces el único medio de alegría y de expresar sus tristezas, sus emociones, todo lo que ellos pueden expresar, lo hacen a través de la copla: es una expresión popular del hombre del campo.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿es todo improvisado o se va delegando de generación en generación?

Balvina Ramos: tiene mucho de improvisación. Mucho generalmente. Los jóvenes en mi época nos juntábamos en las fiestas patronales de un pueblo al otro, nos juntábamos en un solo pueblo e improvisábamos las coplas. La copla es también improvisada.

Diego Vázquez Comisarenco: Balvina, ¿de qué parte de Salta sos?

Balvina Ramos: yo soy de Bacoya. Un pueblito que está perdido entre los cerros. Hay que subir a 4800 metros sobre el nivel del mar, a 700 km. De la ciudad de Salta y luego descender para la otra parte del cerro, que está a 1800 metros más o menos de altura, y ahí está ubicado mi pueblo, que queda en el Departamento Santa Victoria Oeste, en la provincia de Salta.
Diego Vázquez Comisarenco: ¿el pueblo de qué vive?

Balvina Ramos: generalmente la gente es agricultora. Vive de la agricultura, de la cría de ganado caprino y ovino, y de las plantaciones, son todos frutales. En un valle muy bonito que te da de todo si ponés plantas.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿heredaste el canto con caja?

Balvina Ramos: lo heredé de mi mamá, porque mi mamá era pastora y a parte era alfarera y ella mientras pastaba sus ovejas, nos crió en la espalda. Como no podíamos caminar por los cerros, por los senderos que son muy empinados, entonces ella nos llevaba en la espalda hasta los dos, tres o cuatro años que ya nosotros podíamos caminar solos. Una vez que nos bajaba de la espalda y empezábamos a caminar ya tarareábamos la copla, aunque no con letra porque éramos muy chiquititos y no podíamos componer, pero tarareando detrás de la mamá o del hermano más grande o del padre, seguro que andábamos.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿te acordás alguna copla que te haya marcado?

Balvina Ramos: vos sabés que sí, me acuerdo de una copla de cuando yo debo haber tenido dos años y medio, estoy seguro porque era la época en que todavía no caminaba. Mi mamá se iba por el cerro pastando sus ovejas y me dejó sentadita al lado del corral de las ovejas y me dijo: “no te vas a levantar porque si te levantás te vas a caer”. Entonces me hizo sentar y me envolvió con una frazada hasta el pecho y quedé sentadita mirándola a mi mamá como subía el cerro cantando una copla que decía: “caramba mocita alegre, la tierra se la hai comer, en vista de tantos ojos, tierra y polvo se hai volver” y se perdía por los cerros cantando.

Diego Vázquez Comisarenco: eran días intensos de pastoreo y de trabajo…

Balvina Ramos: y de trabajo…

Diego Vázquez Comisarenco: en la ciudad, ¿extrañas eso?

Balvina Ramos: yo he extrañado mucho… es increíble lo que me ha pasado. En aquélla época, cuando yo era muy chica, tenía dieciséis, diecisiete años, que es como que todavía no había descubierto mi identidad en aquélla época, en esa edad. Sufría mucho y no sabía porque, extrañaba mi pueblo, mi gente, cuando me iba siempre estaba mal, triste, llorando y cuando me doy cuenta, de que descubrí a través del canto de donde venía, quienes eran mis padres, mis abuelos. Nosotros somos aborígenes, mis padres fueron descendientes aborígenes, mis abuelos también y han vivido toda su vida ahí y nunca nos habían dicho que nosotros éramos aborígenes. Lo descubrí yo a los diecisiete años, lo cual me ha hecho muy feliz, descubrir mi identidad, como decir: “ésta soy yo” y a partir del momento que vos decís “ésta es mi gente, ésta es mi familia” vas y volvés, vas y volvés, y te sentís bien a donde vayas. Y no lo extrañas tanto porque te sentís con ese compromiso, con esa alegría de ir transmitiendo a los demás pueblos lo que sabés hacer.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cómo fue el momento cuando te diste cuenta?

Balvina Ramos: eso es largo de contar. Yo no había terminado la primaria allá en Salta, en Bacoya y a los dieciséis, diecisiete años, decido terminar la escuela primaria. Trabajando en casa de familia y mi padrino, que era donde yo trabajaba, me regaló un libro, mi padrino ahora tiene como ochenta años. Y el libro era de cuando el iba a cuarto grado, era un manual de él y viene y me dice: “tomá Balvina, este libro es para que estudies, para que lleves a la escuela”. Era un manual chiquito, de cuarto grado. Yo nunca había tenido libro, porque en ésa época no llegaban los libros allá a Bacoya, leíamos pedacitos de papel, lo que fuera, pero libros no llegaban. Yo empiezo a leer el libro y habían historias de los aborígenes, entonces lo leía y lo miraba, y lo leía y lo miraba, y dije: “esta soy yo”. Volví corriendo ese año a la casa de mi papá, llego allá y le digo: “papá: nosotros somos indios”… y mi papá me dijo: “No, nosotros no somos indios”, como que se me enojó… Entonces yo me quedé calladita, me di la vuelta y me fui. Como a la hora, vuelve mi papá al lado mío y me dice “hija: nosotros sí somos indios, pero somos civilizados”. Era como que estaba avergonzado de decir que era indio, “pero somos civilizados (dice susurrando)”. Eso me lo recuerdo como… si fuera ayer. Así descubrí yo cuales eran mis raíces… es mucho más largo de contar pero sintetizando es así.

Diego Vázquez Comisarenco: con tus coplas y bagualas, ¿a qué te gusta cantarle?

Balvina Ramos: me gusta cantarle a la tierra, me gusta cantarle a la vida, al amor. A todo lo que transita el amor por sobre todas las cosas. El amor en todos los sentidos. El amor de padres a hijos, el amor del vecino, el amor de alguien que está al lado tuyo, el amor a la naturaleza, el amor a la vida. Es lo que más me gusta. A la cultura, a las tradiciones. Yo digo: siempre me gusta dejar un mensaje en mi copla, me gusta que quede un mensaje porque cuando yo me vaya, que algo quede. Que quede algo, que sea valioso para los que vienen siguiendo.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿tenés oportunidad de legar ese canto?

Balvina Ramos: y si, si. Seguro que sí.

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Nota con Arnoldo Castro

JUGLARES DEL MUNDO 2006
SÁBADO 25 DE NOVIEMBRE EN LA CIUDAD DE 9 DE JULIO
PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Nota con Arnoldo Castro – Público


Diego Vázquez Comisarenco: ¿qué representa este encuentro para la ciudad de 9 de julio?

Arnoldo Castro: para la ciudad es un orgullo. Acá me invitaron también para participar sobre el escenario. La gente de afuera es una barbaridad. Un esfuerzo grande de Wilson, el payador que tenemos acá. Yo soy un cantor.

DVC: ¿Cómo es la localidad de La Niña, que pertenece al Partido de 9 de julio?

AC: La Niña es un pueblo que ha estado inundado hace algunos años, desde 1987 para adelante. Recién se está recuperando pero queda poca gente. Han vivido de la pesca y turismo rural. El Dr. Galo Llorente fomenta esas cosas. El jueves estuve guitarreando para algunos alemanes. Se le tuvo que buscar la alternativa, que salió muy bien, ya no quedaba otra. Ahora volvieron las cosechas.

DVC: ¿Dónde nació usted?

AC: Nací en Pehuajó, pero hace sesenta y cuatro años que vivo en La Niña. Voy a cumplir sesenta y siete.

DVC: ¿A qué se dedicaba su familia?

AC: Mi viejo y mi madre, todos eran tamberos, reseros. Yo también anduve resereando hasta los dieciséis años, jineteando. Era tractorista también. Se hace de todo.

DVC: ¿El pueblo creció?

AC: mmm, no. Era grande. Tenía muchos habitantes. Muchos han emigrado por el asunto del agua. Había una fábrica que tenía setenta obreros, era bastante para un pueblo. Estaba la sucursal del banco que después se levantó.

DVC: ¿a qué le canta usted?

AC: yo canto milongas, chamarritas, taquiraris, chacareras. De todo. Sólo interpreto. Compuse algunas cositas pero las hago de manera familiar. Le canto al campo, al amor, a esas cosas. Me gusta. Tuvimos un conjunto con algunos amigos: “Los raqueños”.

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Nota con Antonio Eduardo Roca

NOTA CON ANTONIO EDUARDO ROCA
Presidente del Centro Tradicionalista Cesáreo Lozano
de la localidad de La Niña, partido de 9 de julio

A orillas del asador, mientras la carne se tostaba salada y el vino no paraba de salir en vasos, Don Roca, comenzaba la charla alegremente: “no es nuevo para nosotros pero es el segundo año consecutivo dándole el apoyo al payador Wilson, recibiendo con los brazos abiertos a los tradicionalistas que llegan, los payadores, los artistas. Esta noche ha resultado maravillosa.

Diego Vázquez Comisarenco: cuéntenos acerca de la pequeña localidad de La Niña…

Antonio Eduardo Roca: La Niña en estos momentos tiene trescientos habitantes, fue destruida por una inundación, detrás de ese fenómeno vino el turismo. Caso extraño. Porque vino la pesca del pejerrey y se fomentó su pesca y más o menos, los pocos habitantes sobrevivieron en base a la pesca. Los turistas llegaban desde distintos puntos del país. Hoy las aguas han bajado y se trabaja con la agricultura y con la ganadería como siempre ha sido y no tenemos acceso porque con cincuenta, cien milímetros ya se nos complica para llegar a la ciudad, pero son de la gente rural, el campesino, el sacrificado paisano que cultiva nuestra tierra y está hecho para todo eso. La vamos apechugando, como decimos aquí.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cuándo se fundó el Centro Tradicionalista? ¿qué actividades cumple?

Antonio Eduardo Roca: el centro Don Cesáreo Lozano, en la localidad de La Niña se formó en el año 1998 y con todos integrantes que hemos concurrido a la escuela, hoy ya casi en los cincuenta años recordando al Dr. Lozano, un médico gaucho que no tenía ambiciones económicas. Murió pobre pero si atendiendo a varias generaciones sin cobrar un peso y que vamos a recordarlo, a pesar de que su familia vive en la Capital Federal. Nosotros los niñenses lo repatriamos, lo tenemos en el cementerio de nuestra localidad y eso nos da imagen, buenos recuerdos. Hubo un tiempo que el pueblo tenía muchos habitantes, con ferrocarril. Antes de que existiera el desalojo, hubo una empresa láctea muy importante que quebró y se retiró, y ahora se vive luchando y poniéndole el hombro, pero los niñenses siempre estamos bien identificados.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿la gente del pueblo apoya al centro tradicionalista? ¿Realizan actividades abiertas a la comunidad?

Antonio Eduardo Roca: si, si. Apoya totalmente. Se arman fogones para subsistir, para pagar camiones para cuando hay que ir a desfilar a otros lugares, carreras de sortijas, en las fechas patrias se hace alguna destreza criolla para que los más chicos vayan conociendo como se maneja el gaucho, para que vean lo deportivo de la tradición. Llamémosle doma y todas esas cosas. En un momento difícil para los tradicionalistas porque a los chicos los absorbe la computación, los absorbe la televisión y no les interesa mucho la tradición. Además esto es sacrificado. Hay que formar una comisión, cuesta mantener el grupo, pero esto se lleva en el corazón, en la sangre. Con un poco que empujemos, enarbolamos la bandera nacional y el estandarte que nos representa.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cuántas personas integran el centro tradicionalista?

Antonio Eduardo Roca: son treinta y ocho personas en total. Con veinticinco desfilantes, todos vestidos con la misma ropa paisana y creo que bien representados. Hemos llegado por ocho años consecutivos a la Fiesta Nacional del Gaucho, que se realiza en General Madariaga.

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Crónica del 25 de noviembre en 9 DE JULIO

JUGLARES DEL MUNDO 2006 EN BUENOS AIRES
Por Diego Vázquez Comisarenco

La noche del sábado 25 de noviembre de 2006 estaba ventosa y fresca, pero el público estaba calmo y cálido. Adriana, la Directora de Cultura de la Municipalidad de 9 de Julio y el Intendente de la misma localidad Walter Batistela, le daban la bienvenida desde el escenario a las delegaciones extranjeras presentes. Wilson Saliwonczyk, anfitrión del evento saludaba a los asistentes y también daba la bienvenida. Gente de a caballo con las banderas de varios países: chilena, uruguaya, argentina y española.

“Buenas noches a todos. Muchas gracias por brindarle una cálida bienvenida a toda ésta gente que viene de afuera. Estamos maravillados que puedan seguir viniendo tal cual lo hicieron el año anterior. Estamos convencidos que mientras podamos ampliar esto, 9 de Julio estará bien representado en varios lugares del mundo en la figura de Wilson Saliwonczyk. Wilson te felicito”, decía emocionado el Intendente Batistela.

Pepe Criado, es investigador español y ha editado el libro Juglares del Mundo 2005. Pepe es uno de los españoles que forman parte de la delegación de Juglares del Mundo y también tenía la palabra: “más que nada agradecer a la Municipalidad y a todo el apoyo que hemos tenido en Juglares. Vuestra presencia esta noche aquí. Estamos haciendo algo muy importante con Juglares a nivel de 9 de Julio, a nivel de Buenos Aires y a nivel internacional. Gracias”.

El primero de los artistas fue el payador neuquino Ricardo Pino. Guitarra en mano expresaba: “desde Neuquén, desde el suelo del pehuén, que mi concepto se trence y si al pueblo lo convence, aunque me cueste un esfuerzo, traigo los mejores versos para la gente bonaerense”. Los aplausos hacían más cálido el ambiente y Pino continuaba: “yo vengo desde Aluminé, en la provincia de Neuquén. Aluminé es un vocablo araucano que significa luz en la profundidad, porque el liso del lago Aluminé es de ceniza volcánica blanca y cuando el sol a las diez de la mañana lo alumbra es impresionante como se refleja y alumbra”.

Luego subieron al escenario: Balvina Ramos (bagualera salteña) que compartió el escenario con Wilson en un contrapunto extenso y memorable; Dionisia Carranza (cantora mapuche de Los Toldos) que trajo la lágrima del sur argentino, el canto sentido de la historia mapuche; Gabriel Luceno (Payador Uruguayo) que dejó sobre el escenario milongas con sonido a campo y a ríos; David Sorroche (cantor español de Granada) dejando la energía de su canto ancestral; José López Sevilla y José Barranco (trovadores andaluces de España) dejando sobre el escenario y para el público de 9 de Julio, la experiencia y sabiduría de un canto del viejo continente y Wilson Saliwonczyk (payador argentino), anfitrión en milongas y contrapuntos, dejando sobre las pampas argentinas la interrelación cultural de cantos nativos.

Una noche de pueblo, en una esquina de la plaza central de 9 de Julio, donde centenares de ciudadanos se convocaron para escuchar atentamente el canto improvisado de distintos lados del mundo, cada uno a su ritmo, a su manera con estilos particulares y destacando sus propias culturas. Una historia de relaciones culturales, donde las tradiciones florecen en un mismo canto: Juglares del Mundo.

jueves, 12 de julio de 2007