martes, 17 de julio de 2007

DIEGO VÁZQUEZ COMISARENCO Nota con Ricardo Pino, payador neuquino

NOTA CON RICARDO PINO
Payador neuquino

Diego Vázquez Comisarenco: ¿qué expectativas tenés de éste segundo encuentro y cómo fue que te sumaste al proyecto de Wilson?

Ricardo Pino: en primer lugar, como payador neuquino es como que uno levanta la bandera de un lugar por el hecho geográfico. El canto del payador en la Patagonia. Siempre estamos intentando abrir caminos pero esta propuesta de Juglares del Mundo nos parece muy interesante. Por muchas razones: la primera es que con Wilson somos amigos y yo le he ofrecido un corazón de hermano y él también. Eso dice mucho más que ser un payador a veces, pero en la propuesta de Juglares del Mundo creo que Wilson se está jugando una carta que va mucho más allá de lo que pareciera ser Juglares. Cuando uno dice Juglares, suena una cosa así como mitológico, pero cuando la ves como una profesión actual del canto, de improvisación y de interrelación de este tipo que se está dando, es muy importante. No siempre el payador ha citado por el hecho de convocar a un espectáculo o al periodismo, o a la televisión, a la gente que escribe, a la gente que difunde. Con esto se está logrando y esto es muy interesante para el futuro del canto, el presente del canto y para el que duda a veces un poco del género para que se arrimen, para que se den cuenta de que es una convivencia maravillosa porque adentro tiene todo el sentido humano que tiene abajo del escenario. Cuando subimos decimos lo que queremos como poetas, en versos. Abajo del escenario como las personas. Este Juglares del Mundo junta gente que tiene ganas de seguir siendo la persona, la persona agregándole la música. Me parece que hay que hacer fuerza de diferentes formas para que ésta propuesta no se caiga y siga teniendo muchas raíces y dé frutos un día. Así como pasó con Juglares 2005 en España, que se editó un libro y un disco compacto doble, que se puede editar este año nuevamente y en Argentina se haga una edición, que las editoriales le den bolilla… somos cantores que venimos de rutas de tierra y que por ahí queremos sacudir el zapato y pisar el asfalto.

Diego Vázquez Comisarenco: Contános de esa ruta de tierra…

Ricardo Pino: esas rutas de tierra son un aprendizaje cotidiano, el choque frontal con la realidad, la distancia, la imposibilidad de llegar a los medios, ese camino de tierra, del aprender la copla en silencio, de hacerte cien kilómetros para ir a buscar un libro a la librería de la capital de la provincia, vivir en el campo, tomarse el trabajo de hacer ciento cincuenta kilómetros para ir a hablar con un paisano para que te cuente bien las cosas de la tierra, escribir una milonga que tenga sabor a territorio, sabor a paisaje y no escribir por encima la copla plastificada… esas son rutas de tierra, con todo lo que cuesta organizarse y llegar. Toda esa ruta de tierra es lo que arriba del escenario se transforma en lo que la gente quiere escuchar.

Diego Vázquez Comisarenco: ¿cuándo elegiste ser payador?

Ricardo Pino: yo creo que todavía lo estoy eligiendo y cada día me gusta más. Descubrí a los doce años, comenzando a improvisar cuartetas y sextillas sin saber que eran cuartetas y sextillas. Empecé a hacer el octosílabo romanceado a los dieciséis sin saber que era romance. Ya me llamaba mucho la atención eso de improvisar. No sabía lo del género payadoril hasta que en el año 1982, que sale “Payadores de estos tiempos”, que graban Ayrala y Curbelo, con Miguel Franco, y hacen una tirada nacional con el sello Odeón en aquel tiempo, llega a todos los medios la improvisación. En ese tiempo, mi hermano que estaba cumpliendo con el servicio militar, llega de licencia y me trae un cassette. La primera vez que veía un grabador en mi vida porque nosotros vivíamos muy en el campo, en la cordillera y no teníamos más que la radio. Escuchábamos Radio Mitre, escuchábamos radios de Montevideo, radios del mundo, emisoras pampeanas, escuchábamos otras. No siempre podíamos sintonizar payadas. Entonces mi hermano pone las payadas y entra ese choque frontal de las ideas, me entra a gustar, entonces puse el grabador y ponía la guitarra yo, cantaba yo y Curbelo cantaba, después apagaba y me contestaba, cantaba Ayrala y contestaba yo, y así empecé a practicar. Escribo lo que ellos escribían como décimas y me di cuenta de que había una estructura ahí a pesar de que antes yo leía Martín Castro, leía Evaristo Barrios, leía Luis Acosta García porque mi padre era muy seguidor de los versos criollos y cantaba milongas pero nunca me había llamado la atención la forma gramatical, hasta que descubrí en esas payadas, que era maravilloso. Eso fue en el ochenta y seis, este año cumplo veinte años improvisando.

1 comentario:

Romina Leticia Millán F. dijo...

Amigos, les invito unas PAYAS para este 18. Salud!!